26 ene 2015

CUIDADOS COTIDIANOS

Método Pikler en los cuidados cotidianos

Que maravilla es poder mirar a un bebé en su actividad libre. Si nos damos ese tiempo de observación paciente, descubriremos el gran potencial del bebé en su actividad espontánea, su concentración, insistencia para lograr un objetivo propuesto por sí mismo, flexibilidad y variedad en sus movimientos, autonomía y la alegría que produce el sentimiento de competencia al realizar por sí mismo un movimiento que surge de lo profundo de su ser.

Pero para que esta actividad espontánea surja en el bebé es necesario que el adulto proporcione las condiciones adecuadas, esto significa un espacio seguro y suficientemente amplio para que él pueda desplazarse, respeto por sus tiempos particulares y autonomía.


LOS CUIDADOS COTIDIANOS EN EL NIÑO PEQUEÑO 
FUNDAMENTALES PARA SU SEGURIDAD AFECTIVA.


El día a día en la vida cotidiana de un niño pequeño, está colmado de detalles: Bañarlo, mudarlo, vestirlo, darle de comer, tomarlo en brazos para transportarlo de un lugar a otro, etc. Todos estos son momentos de una relación muy íntima entre la mamá y el bebé o niño pequeño, ya que está cuerpo a cuerpo con su hijo. Por lo que es de gran importancia que nos detengamos en el cómo de cada una de estas actividades que se pueden volver totalmente mecánicas y rutinarias si no estamos atentos y disponibles a la comunicación con el niño.


Las primeras formas de comunicación con un niño pequeño es la mirada, el tono de nuestra voz, la manera de sostenerlo en nuestros brazos, como lo manipulamos al mudarlo o vestirlo ya que en todas estas acciones lo primero que siente el niño es nuestra actitud al hacerlas, estas actitudes están enlazadas con nuestras emociones que el niño capta rápidamente gracias a que lo primero que se desarrolla en el cerebro del bebé es el sistema límbico, entre otras funciones, encargado de captar las emociones del ambiente.


Si lo tomamos de manera ansiosa y rápida, sin darle tiempo a que se reajuste en nuestros brazos o si al mudarlo estamos distraídos, no lo miramos o no le pedimos su colaboración de manera suave y alegre, o justo cuando está jugando muy concentrado con un objeto interesante, lo tomamos por la espalda rápidamente para llevarlo a comer, por ejemplo, generamos en él gran desconcierto por pasar sin previo aviso de un lugar a otro. Así estaremos  transmitiéndole situaciones cargadas de emociones tensas que no le permiten la tranquilidad para comunicarse con nosotros ni con el mundo que lo rodea, por lo tanto estaremos obstaculizando su capacidad de abrirse a los otros y a la exploración ya que todo su ser estará más pendiente de defenderse y sobrevivir frente a estas situaciones que las vive de manera angustiosa y caótica.
Entonces si en una situación cotidiana, necesitamos llevar al niño a comer justo cuando él está muy concentrado en alguna actividad, mirándose las manitos, o jugando con algún objeto interesante, es fundamental que él sienta que nos acercamos suavemente para levantarlo. Primero lo podemos tocar suavemente, esperamos que él se contacte con nuestra mirada para saber si está disponible y que nos ha visto, le hablamos brevemente sobre lo que él hace: “ahh! Pero que linda esa pelotita con la que juegas…” y luego le mostramos el babero y le decimos “te vengo a buscar para ir a comer” le ofrecemos nuestros brazos y esperamos su iniciativa para estirarnos los suyos. Lo alzamos suavemente y lo llevamos a comer.


O al mudarlo lo manipulamos con cuidado, sin forzar movimientos en él, esperamos un poco de tiempo por su propia iniciativa al pedirle que nos estire un pie para sacarle un calcetín y le comentamos lo que le está ocurriendo, le podemos decir por que partes de su cuerpo le ponemos el aceite y lo miramos con dulzura escuchando las preguntas que nos puede hacer incluso solo con la mirada, como por ejemplo si el toma el tubo de crema, le podemos decir “ah si, esa es la crema para tu piel, ahora te voy a poner un poco en tu carita”.
Si todas estas situaciones de cuidados cotidianos las realizamos con delicadeza, sin apuros, con una mirada atenta a los intereses del niño para responder a sus preguntas y a sus iniciativas con nuestros gestos o palabras, si disfrutamos de cada momento y estamos muy presentes y sin la distracción de la televisión o el teléfono mientras realizamos estos cuidados a nuestro niño o niña estaremos construyendo una base muy sólida en su seguridad afectiva y por lo tanto personal, luego en su capacidad de estar solo y ser autónomo en situaciones de juego y exploración ya que tendrá muy integrada en él la presencia afectiva del adulto, padre, madre o persona significativa que lo cuida.


Solange Buttendieck

22 ene 2015

LOS NIÑOS QUE JUEGAN LIBRES SERÁN ADULTOS CON MAYOR AUTOESTIMA Y CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN

Un estudio señala que el juego no estructurado resulta beneficioso a largo plazo


Una encuesta realizada en Alemania refleja que las personas que tuvieron tiempo libre de niños, para jugar de forma no estructurada, son más flexibles y adaptables a las circunstancias de adultos. Tienen mejores relaciones sociales aquellos que hacían más cosas por su cuenta, como explorar el barrio, sin un conCon una abundancia cada vez mayor de actividades extraescolares, está creciendo la idea de que los niños están perdiéndose algo importante si no tienen tiempo para jugar libremente, sin una estructura.

Una nueva investigación realizada en Alemania, informa la revista estadounidense Pacific Standard, sugiere que estos temores son justificados: las personas que recuerdan haber tenido un montón de tiempo libre en la infancia disfrutan de altos niveles de éxito social como adultos.

Un equipo de tres psicólogos de la Universidad de Hildesheim, dirigido por Werner Greve, realizó una encuesta a 134 personas. A los participantes se les presentó una lista de siete afirmaciones, y tuvieron que decir el grado en que se ajustaban a sus propias experiencias de la infancia (es decir, de tres a 10 años).

Entre las afirmaciones figuraban estas: "Mirando hacia atrás, probé muchas cosas y experimenté mucho por mí mimo"; "de vez en cuando, me daba una vuelta solo o con amigos para conocer el barrio"; y "mis padres siempre estaban con miedo de que algo pudiera pasarme, así que no me dejaban hacer muchas cosas por mí mismo."

Los voluntarios también expresaron su grado de acuerdo o desacuerdo con 10 afirmaciones diseñadas para medir el "éxito social": "Mis amigos vienen a pedirme consejo"; "mi trabajo es apreciado por los demás"; y "si algo sale mal, tengo amigos a mi lado que me apoyan." Pruebas adicionales midieron su capacidad para ser flexibles ante los reveses de la vida, y su nivel general de autoestima. trol tan exhaustivo de sus padres. 

 

Jugar de manera libre en la infancia es beneficioso de mayores. Imagen: Stepanov. Fuente: PhotoXpress. 

Resultados

Los investigadores encontraron una correlación positiva significativa entre haber tenido tiempo suficiente para jugar libremente en la infancia y el éxito social del adulto.

También se halló un vínculo entre el tiempo libre de los niños y una alta autoestima y la flexibilidad para ajustar las metas personales.

Con todo, "no hace falta decir que el juego infantil no es el único ni quizás el más importante predictor del éxito social... la correlación que encontramos en este estudio fue sorprendentemente alta", escriben los investigadores en la revista online Evolutionary Psychology.

El juego libre, argumentan, permite a los niños desarrollar la flexibilidad necesaria para adaptarse a las circunstancias y ambientes cambiantes, una habilidad que es muy útil cuando la vida se vuelve impredecible en la edad adulta.

Así que puede que a los padres les interese que sus hijos tengan el tiempo y la libertad para jugar y explorar a su propio ritmo. Tutelarlos y orientantarlos puede ser estupendo, pero como esta investigación nos recuerda, hay muchos tipos de experiencias de aprendizaje, y algunas de las menos formales pueden valer la pena a largo plazo. 

 Werner Greve et al.: Does playing pay? The fitness-effect of free play during childhood. Evolutionary Psychology (2014). 

 

 

13 ene 2015

EDUCACIÓN EN FINLANDIA

Buenas noches, ya hace dias que no compartia nada con vosotros.

Hoy os dejo este artículo que me he encontrado navegando por la red, algunos ya lo habéis podido ver en mi facebook. Me ha parecido muy interesante. 

 

 

Tres aspectos de la educación en Finlandia que necesitamos importar con urgencia

Kaylee & Briar snowHay muchos elementos que hacen de la educación en Finlandia una de las mejores del mundo, y no sólo por sus resultados, que sólo son la consecuencia. Por ejemplo: la alta consideración social y económica del docente, la innovación y libertad pedagógica del maestro, el cuidado individual a cada alumno  o el hecho de que la financiación de las escuelas se realiza a través de los ayuntamientos. Esto último garantiza que en cada municipio la educación sea considerada una prioridad (¡¡se trata de sus propios hijos!!).  Estos son solo algunos ejemplos.
De todos ellos, hay tres aspectos fundamentales que marcan una diferencia de base con el sistema español, y que, soñando despierta, me gustaría importar con carácter de urgencia.
1) La no-injerencia política. La educación en Finlandia no es algo estático, sino que está en evolución permanente … con criterios pedagógicos. No son los políticos, sino los docentes quienes lideran esa evolución.  En España, lo primero que hace cada nuevo gobierno que llega al poder es imponer, desde arriba y sin suficiente consenso con la comunidad educativa, los cambios que considera oportunos, en base a criterios que ni los docentes ni los ciudadanos acertamos a entender.  El progresivo deterioro de la calidad educativa demuestra que esos criterios pueden ser variados, pero no son pedagógicos, a la vista del resultado. En cualquier caso se apoyan en una visión mecanicista del niño no como un ser inteligente en evolución, sino como una caja que hay que llenar, y cuando antes se empiece mejor. Eso con cada vez menos recursos…
amasar2) Comenzar la escuela en primaria. En Finlandia y otros países avanzados, la etapa del jardín de infancia se prolonga hasta los 6 años, lo que aquí consideramos el 2º ciclo de la Educación Infantil. Los niños empiezan a aprender a leer y escribir y a contar a los 7 años, porque es cuando están neurológicamente maduros para ello. Antes de ese momento, su tiempo se dedica al juego (gran parte de él al aire libre), la actividad manual y escuchar narraciones. “Estar maduro” implica aprender con facilidad y disfrutando. Hay consenso entre los pedagogos en que adelantar etapas es un error que no sólo les priva de un tiempo valioso para jugar, que es lo que necesitan hacer en esta etapa, sino que convierte el aprendizaje en una tarea ardua, desagradable. Muchas dificultades de aprendizaje son el fruto de esta profunda incomprensión de cómo son y cómo aprenden los niños en realidad.  No cargarse su afán y su placer por aprender debería ser una prioridad.
3) El arte, parte integral de la educación. La educación musical y artística no sólo nos conecta con lo más elevado de la inteligencia humana, 46d4a07079f03c7a4ee2a08d6c3cbc6fsino que es un cauce natural de desarrollo de la creatividad, y como “efecto colateral” facilita el aprendizaje de otras materias más formales. En el Jardín de Infancia, cantar potencia el desarrollo físico, mental y social de los niños y se refleja en el desarrollo del habla y la inteligencia social. No hay desarrollo integral sin las artes en la escuela. Y con “arte” no me refiero a colorear fichas… Así, mientras los pedagogos van descubriendo cómo el arte favorece el desarrollo integral de las niñas y los niños, y hay países que incluso recogen en su constitución el derecho a la educación artistica en la escuela, en España su presencia en el curriculum escolar va disminuyendo progresivamente, por ser considerada algo menor, colateral, sin una utilidad directa.  Una visión bastante miope de la educación.
Es también lamentable la forma en que el sistema escolar proyecta su sombra fuera de la escuela, concretamente  sobrecargando con deberes incluso a niños muy pequeños. Se trata de un instrumento perverso con el que la escuela se apodera del poco tiempo libre que queda a los niños, reduciendo aún más su tiempo de juego y generando estrés familiar. Un tema penoso que demuestra que poner el acento en forzar la marcha, en realidad, no funciona, y que merece una rebelión de los padres.
Isabel Fernandez del Castillo